jueves, 24 de julio de 2014

PENSAMIENTO INDIGENA VENEZOLANO



PENSAMIENTO INDÍGENA VENEZOLANO







¡Que hable el Indio!
Los pueblos indígenas no hemos tenido ni voz ni voto durante siglos. Todo el mundo sabe que somos los pueblos dominados. Todo el mundo sabe que nuestras ideas no son las dominantes.  Frente a estas verdades tan simples, tenemos que luchar por promover nuestras ideas y perspectivas.[1]
Emancipación mental.
Hay una constante en la producción de] pensamiento venezolano: la dependencia de ideas eurocéntricas. Desde la Colonia rige esa norma: entonces, fueron los tomistas y suarecistas de la Escuela del Tocuyo; después, con Andrés Bello, el empirismo inglés y, con Simón Rodríguez, le tocó el turno a Rousseau y los enciclopedistas. En el siglo XIX, Venezuela seguiría dependiendo de la expresión conceptual importada. De modo tal que continúa insatisfecha la exigencia que  formulara Leopoldo Zea, desde México, cuando reclamaba una «emancipación mental» americana. En esa vía se encuentra el pensamiento indígena venezolano, aún no ha podido deslastrarse de los intelectuales indigenistas, de la cultura occidental que como la religión le fue impuesta en forma temeraria y compulsiva. La cultura no es una sentencia; es una herencia: los pueblos indígenas tenemos la obligación de magnificarla en el pedestal de nuestra mayor riqueza. En Venezuela existe una diversidad de movimientos políticos y sociales para reflejar el pensamiento y el sentir de diferentes agrupaciones que actúan en el país, así como expresar los contenidos y propuestas para llevar adelante un profundo proceso transformador que Venezuela necesita y lo va viviendo día tras día. Nosotros somos parte de este proceso, pertenecemos como ciudadanos venezolanos a un amplio sector deseoso de participar protagónicamente, contribuyendo con ideas y hechos originales y propios a plasmar el futuro de la Nación. Más que criticar o adversar la situación actual que vive el país, nos interesa introducir y fortalecer algunos elementos ya presentes en la Constitución Bolivariana del 99, pero que hasta hoy no han recibido suficiente atención. Somos definitivamente un país multicultural, pluriétnico y plurilingüe.
En busca de nuestras raices ancestrales.
Está basado fundamentalmente en nuestras propias aspiraciones colectivas como pueblo, a través de la educación o toma de conciencia de nuestros pueblos y la formación de nuestras bases primigenias, principalmente en las comunidades, consejos de ancianos, líderes  y demás organizaciones propias. Buscamos  la pluriculturalidad, el multilingüismo y la plurietnicidad.  Esto es con el fin de fortalecer los valores del  pensamiento indígena como la identidad, la memoria histórica, la conciencia de nuestras culturas, de nuestras cosmovisiones y las leyes consuetudinarias  que nos sustentan. Nuestro pensamiento se ha venido construyendo desde abajo, contra el abuso de poder de los sectores dominantes, al calor de la guerra coyuntural, en la lucha contra las oligarquías, al fragor de las nuevas doctrinas de dominación, invasión, imposición, despojo y etnocidio, que tienen asideros poderosos en los imperios, iglesias, fundaciones, partidos políticos,  ong internacionales y los Estados. Pero la subordinación al imperio, al sistema de gobierno de la clase oligárquica y de los Partidos Políticos, profundizó la exclusión en todos sus géneros, lo que hizo que los pueblos indígenas, se mantuviesen en una orfandad política, social y económica.
La culpa es de los pueblos  indígenas, de sus líderes y  el mestizaje exquisito, otorgamos espacios de discusión y aparecieron nuestros voceros oportunistas. Las organizaciones  y sus líderes no tienen una estrategia y agenda política que discutir, que negociar, que pactar, los lideres tienen como único tema el asunto del dinero y de los viajes al exterior, esos líderes, capitalizan  hoy en día la pobreza de esos pueblos, pero para enriquecerse; una Contraloría Social Indígena, mandaría  a muchos de esos líderes oportunistas al Consejo de Ancianos, para la aplicación de la Ley Indígena por traición a sus pueblos , a los indígenas, a su sufrimiento y  la causa de la Indianidad.
El pensamiento indígena,  está basado en la cosmovisión, nuestros valores culturales, los principios y enunciados de las aspiraciones colectivas de nuestros pueblos, para compatibilizarla con los otros derechos, el conocimiento científico  de la cultura occidental y el derecho internacional, no queremos ser objeto de los derechos humanos, sino sujeto de ese derecho, sin poner en peligro la soberanía del estado venezolano, como República Bolivariana.
 El pensamiento  indígena,  fue uno de los temas más discutidos por varias generaciones de intelectuales. La fundación de las repúblicas americanas en el siglo XVIII, y sobre todo en el XIX, trajeron nuevos planteamientos, porque aparecen temas de la identidad, pluriculturalidad, propiedad, territorios, derechos originarios  contra las repúblicas nacientes y la nación como un todo, lo cual significó, entre otras cosas, enfrentarse contra las oligarquías, los triunfadores de la independencia,  los intereses económicos, las iglesias, los imperios y los estados nacionales, ante graves problemas de  exclusión y el no reconocimiento de la presencia de culturas indígenas en esos territorios de los estados nacientes.
Simón Bolívar, venia planteando la solidaridad con los pueblos indígenas, primero por el bien de la humanidad, segundo porque tienen derecho a ello y tercero, porque hacer el bien no cuesta nada y vale mucho, de manera que en  el pensamiento indígena, se imprime la huella intelectual del Padre de la Patria Grande y los fundadores de la Nación Indígena.
En Venezuela las políticas públicas indígenas eran paternalistas y etnocentristas, se reconocían la existencia de los pueblos indígenas, pero se les negaba sus derechos originarios como pueblos. Se consideraban a los pueblos indígenas como campesinos y vivían en orfandad jurídica, tutelado por el estado. La clase dominante, la guerra fría, los gobiernos de turno aliados con el Imperio, hicieron que ver que las organizaciones de derechos humanos y de los pueblos indígenas, eran el  brazo político y armado del comunismo. No querían ver renacer las cenizas de Emiliano Zapata, Pancho Villa, Sandino, Che Guevara, Guaicaipuro  y Mara entre otros. Es necesario abandonar la política de dominación y exclusión social, porque de esa concepción, no puede existir filosofía  indígena. La cultura occidental y sus intelectuales no podían, aceptar que otras filosofías puedan alternar con ella y nos etiquetan, como pensamiento religioso exótico, rebajándonos a pura cosmovisiones y pensamiento mítico-religioso. La concepción occidental supercultural de filosofía, sólo puede reconocer como filosofía las expresiones del pensamiento humano que imitan la manera occidental y que salen de Europa.
En Venezuela  la presencia de pensadores indígenas se vio desmotivada,  por la ley de misiones de 1915 y su reglamento de 1921. Los Vicariatos apostólicos, los partidos políticos, las fundaciones indígenas y algunas ONG se encargaban  de representar a los pueblos indígenas y decidir sobre su destino. La finalización de la Guerra Fría, la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS, permitió a los pueblos, aligerar el principio de la libre autodeterminación.
 En Venezuela, sin embargo los indígenas materializan ese pensamiento con su música, danzas rituales y el sentido épico en la rememoración de los antepasados y de los grandes hechos que hacían gloria de la braveza de la resistencia cultural; ese pensamiento, ha quedado también  reflejado en los petroglifos, la poesía oral y ahora escrita, esa filosofía se iba pasando a través de la oralidad a las generaciones de relevo, sin esa cosmovisión no hubiese sido posible llegar al siglo XXI. Que el pensamiento cósmico de la vida y del mundo que nos rodea, es la base sustantiva para comprender el pensamiento indígena ,  el pensamiento del mismo Indio, de la naturaleza y del universo, es la búsqueda, el reencuentro y la identificación con nuestro glorioso pasado, como base para tomar en nuestras manos la decisión del destino de los pueblos indios; -el pensamiento indígena se nutre en la concepción colectivista y comunitarista, basada en la filosofía del bienestar igualitario; Que la concepción científica india, define al hombre como parte integrante del cosmos y como factor de equilibrio entre la naturaleza y el universo, ya que de ello depende el desarrollo de nuestra vida creadora en la tierra (Estatuto CISA, 1980).
La Declaración de Quitodocumento importante del movimiento indio ecuatoriano simbólicamente anuncia que el encuentro de 1990 representa la conciencia de “500 años de Resistencia”. Los redactores de este documento no anuncian explícitamente el indianismo como pensamiento político, aunque asumen representar a 120 naciones, tribus y organizaciones indígenas de 20 países de América; existen fragmentos que permiten la definición del pensamiento indio:
1.  Nuestra concepción de la tierra está sustentada por la comprensión de que lo humano y lo natural es similar y a la vez está interrelacionado.
2.  Nuestras formas políticas, económicas y productivas, todas son formas culturales y están enraizadas y orientadas por el comunitarismo.
3.  Además, creemos que la propiedad de la tierra es colectiva. Cultivamos en comunidad y distribuimos los frutos en comunidad.
4.  Y además creemos en la solidaridad, nuestros niños son de la comunidad.
Socialismo Indígena.
Según Frank Bracho, - Carlos Marx y  Federico Engels, dijeron haberse inspirado mucho en el estudio de lo indígena para su formulación del socialismo. En esto, fueron históricamente más correctos y honestos que ciertos ardorosos socialistas de hoy quienes dicen “que los indígenas fueron los primeros comunistas-socialistas”. Para Carnero Hoke, - el socialismo existió en la sociedad inca, pues señala que: nosotros los indios somos socialistas auténticos, no por imitación extranjera, sino porque nuestros abuelos lo fueron al plasmarlo y proyectarlo hacia el futuro, Luís E. Valcárcel – decía que los indios necesitaban de su Lenin, pero refiriéndose precisamente a que debería ser un Lenin indio, con ideas propias; igualmente José Carlos Mariátegui – discutía la necesidad de incorporar el componente indígena en las revoluciones de nuestros países. Alejandro Lipschutz, se preguntaba: ¿En dónde está la causa última de la sujeción de unos hombres por otros: es biológica o es sólo social? ¿Cómo eliminar esa causa para acabar con el efecto? La primera respuesta se la dio Marx. La segunda, Lenin. Fue el método marxista el que lo llevó hasta la génesis del señorialismo y fue la Revolución rusa la que mostró el camino para liquidar ese señorialismo.
Según Fausto Reinaga:
a)  Nuestra Revolución no es una “revolución comunista” pro-soviética, pro-china o pro-cubana; no. Nuestra Revolución no tiene ningún “pro”
b) Los indios no somos “campesinos”
c) Nosotros somos indios. Y nuestra Revolución es nuestra Revolución: una Revolución India [...] La Revolución del Tercer Mundo es la última. Es ahora cuando: o triunfa o desaparece el hombre. ¿Contarán esos millones de indios en esta Gran Reforma Revolucionaria Social que América del Sur prepara?
Estrategias indígenas.
Las fortalezas  del pensamiento indígena, están en sus hijos, en sus pueblos, en las comunidades, en  la generación de relevo, en los derechos indígenas constitucionales, en el liderazgo proactivo, leal  y comprometido con la causa de la Indianidad y con el destino de los pueblos indígenas, nosotros constituimos una cultura valiosa, llena de riquezas espirituales y materiales, con un gran espíritu de solidaridad y nuestra solidaridad, es precisamente dar lo que el otro realmente  necesita y no darle lo que nos sobra (limosna).
Nuestra  identidad originaria, no está comprometida,  si asimilamos  los  aportes de otras culturas, como la asiática, la africana o la europea, siempre hemos compartido la transculturación ; pero debemos avanzar en la búsqueda de una mejor calidad de vida de nuestros pueblos, con la garantía de la entrega de nuestros espacios originarios, el reconocimiento de los derechos originarios y respeto de los derechos humanos e internacional humanitario, del cual  somos sujeto y no objeto como lo pretender visualizar algunas  organizaciones internacionales.Nos queremos que nos vean como sociedades indígenas, objetos folclóricos en museos, en  resguardos indígenas, en cines, NO. Queremos también disfrutar de las bondades y  los aportes  científicos de las otras culturas, pero no digan ahora que somos un pueblo  indígena consumista y capitalista.
Véannos, como lo que somos: indígenas, pueblos, ciudadanos y cultura original propia. No queremos que defiendan la autodeterminación de nuestros pueblos, porque  respetan nuestras   costumbres, el idioma y la idiosincrasia particular de nuestra razón de ser, sino porque es un derecho inalienable y universal de los pueblos indígenas de la humanidad.
Nuestra sobrevivencia como pueblo no se negocia.
Bibliografía:
·        Galich; Manuel (2004), Nuestros primeros padres, Fondo Editorial Casa de las Américas, La Habana, Cuba.
  • Landa Vásquez, Ladislao (2002), Pensamientos indígenas en nuestra América.
  • Cnel. (GNB). José Antonio Uriana (2002) Análisis de los derechos constitucionales de los derechos de los Pueblos Indígenas de Venezuela. Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada Nacional. Mindefensa.
  • Convenio Nº 169 sobre pueblos indígenas y tribales
    en países independiente
    (27 de junio de 1989). Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo.
  • Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. (1999).Capítulo VIII De los derechos de los pueblos indígenas.
  • La Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas, Gaceta Oficial número 38.344, 27 de diciembre (2005). El instrumento legal está compuesto por nueve títulos, 27 capítulos y 158 artículos. Venezuela.
  • Declaración Universal de Derechos de los Pueblos Indígenas (29 junio 2006).Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
  • Nuño Montes, Juan Antonio (2000). Pensamiento en Venezuela, de Gómez a nuestros días.   Bitblioteca.
  • Suaréz Salazar, Luís ((2006). Madre América. Un siglo de violencia y dolor (1898-1998). Editoriales de ciencias sociales, La Habana, Cuba.


[1] Donald Rojas. Presidente del Consejo Mundial de los Pueblos Indígenas. 1992

miércoles, 21 de septiembre de 2011

NUEVA JUNTA DIRECTIVA DE FUNDATAWA

DRA. SORAIMA GONZALEZ PAZ. PRESIDENTA


DRA. ATALA URIANA POCATERRA.VICE PRESIDENTA


 CORONEL(GNB) JOSE ANTONIO URIANA P.  ADMINISTRADOR.




jueves, 17 de abril de 2008

LITERATURA WAYUU

Etnoliteratura Wayuu

Gabriel Alberto Ferrer y Yolanda Rodríguez Cadena. Estudios críticos y selección de textos. Barranquilla: Fondo de Publicaciones, Universidad del Atlántico, 1998.


Este libro hace parte de la Colección de Lingüística Pedro María Revollo, que con el sello de la Universidad del Atlántico, rinde homenaje a uno de los estudiosos más importantes de las expresiones culturales del Departamento del Atlántico y del mundo del Caribe colombiano, en general. El Padre Revollo fue miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia de Historia y autor de una variada producción intelectual entre la que merece destacarse “Apuntaciones sobre el lenguaje costeño en Colombia”. Otros hombres ilustres de la Costa Caribe prestaron su nombre a las diferentes colecciones de este mismo sello: José Félix Fuenmayor en literatura, Julio Enrique Blanco en filosofía, Armando Durán Gneco en ciencias naturales, Rodrigo Noguera en ciencias sociales y José H. Castillo en ciencias pedagógicas.

La publicación de esta obra Etnoliteratura Wayuu aparece validada por la razón académica de “difundir el conocimiento producido por las lenguas que se hablan en el área del Caribe colombiano” y la de apoyar el rescate de las fuentes documentales para su estudio. La comunidad Wayuu, integrada aproximadamente por 120.000 indígenas, tiene asiento en la Guajira colombovenezolana y posee una de las nueve lenguas de origen amerindio, presentes en el panorama lingüístico del Caribe colombiano.


El texto resalta la importancia de la tradición oral como empuje perpetuador de las prácticas culturales de la comunidad. Los autores tocan la aparente contradicción de la difusión escrita de una literatura que es fundamentalmente oral y aclaran la condición oral que sigue conservando esta literatura, más allá de su difusión escrita en textos como éste. En las comunidades indígenas, vivas como la wayuu, la oralidad es un fuerte mecanismo de cohesión evidente en la importancia de los papeles que cumplen los emisarios de la palabra: en el palabrero o pütchipü, definido por su habilidad con el lenguaje, el curandero o piache que ejerce la sanación por el poder de la palabra ritual y los contadores de historias o jaiechimajachi, que tienen el don del lenguaje de la poesía.

En esta relación entre la oralidad y las formas sociales tradicionales recordamos las notas de Paul Zumthor sobre la voz en las culturas africanas, en las que la palabra es la base del poder del jefe y de la política. En las culturas tradicionales como las africanas o las indígenas, el flujo de la voz se relaciona con el flujo del agua, de la sangre y de la esperma.[1]

En general, la cultura del Caribe colombiano, donde se asienta la comunidad wayuu, es fundamentalmente oral, no sólo porque allí se impone la utilización de la voz a la escritura sino porque los miembros de su cultura participan de una concepción del mundo que recurre ante todo al uso de la palabra oral para categorizar la realidad, y esta oralidad, como lo aclara Zumthor, va más allá de la condición alfabeta que pueda tener la mayoría de los habitantes.


Lamentablemente es muy rápido el paso por algunos puntos importantes y muchos comentarios se quedan aislados. El texto no profundiza el grado de articulación existente entre los relatos de escritores y la tradición wayuu. Sabemos que en la comunidad hay una tradición oral viva y rica en relatos de conocimiento colectivo, pero habría sido importante mirar la ligazón de las historias escritas con los cuentos tradicionales populares para determinar el cambio y permanecencia de elementos de la literatura oral tradicional.

Conocemos muy poco sobre el mundo wayuu, su cotidianidad, su cultura relegada, su economía maltratada y sus relaciones con el mundo del Caribe colombiano. Falta un acercamiento más detenido a esta cultura que nos permita enlazar los textos con los rasgos desconocidos de esta comunidad. Para el lector alijuna, una información básica sobre el proceso de desalojo y contaminación explicarían la insistencia de los textos en la lucha por la autonomía regional y por la defensa de sus valores.

Diversas partes componen la obra: primero un ensayo general sobre la poética y la creación estética en la cultura wayuu, después ensayos críticos sobre las obras y fragmentos de textos con materiales en castellano pero también en lengua uayuuunaiki. Hay un amplio panorama de representantes: Ramón Paz Ipuana, Ramiro Larreal, Atala Uriana, José Angel Fernández, Vito Apüshana, Miguel Angel Júsayu, Vicenta Siosi, José Antonio Uriana, Juan Pushaina, José Angel Fernández, Antonio Joaquín López, Glicerio Tomás Pana y Ramiro Larreal. Tampoco los datos biográficos resultan suficientes para iluminar los textos porque no contienen rasgos funcionales aclaradores.


Pero este señalamiento pretende marcar las limitaciones del receptor y no oscurecer el brillo de la obra. No se trata de una fría selección de literatura desconocida. En los resultados se siente el trabajo investigativo y el contacto con la comunidad. Los autores intentan buscar las claves de significado en los textos e incluyen abundantes fragmentos que nutren el análisis de la narrativa y la poesía wayuu y desde concepciones míticas indígenas encuentran enlaces de los temas y las formas con perspectivas universales de la literatura.

Tal vez resulte difícil con un primer trabajo cumplir el objetivo de “romper el canon de la literatura colombiana, conformado generalmente por autores y obras mestizas”, que los autores expresan en las primeras páginas, pero se trata sí de un aporte valioso a la difusión de la riqueza cultural de una comunidad, que merece ser conocida.


Consuelo Posada

Universidad de Antioquia



[1] Zumthor, Paul. Introducción a la poesía oral. Madrid: Taurus, 1991.


domingo, 3 de febrero de 2008

OBJETO DE FUNDATAWA

El Objeto de la Fundación indígena, es rescatar los aportes socioculturales de los pueblos indígenas al gentilicio AMERICANO, así como difundir y promocionar eventos nacionales e internacionales  de la riqueza cultural de los pueblos ancestrales, tomando como marco teórico la Celebración del II Decenio de los Pueblos Indígenas, Decretado por la O.N.U.